Soñó que ella lo esperaba en la estación. Él corría para llegar, pero sentía que no avanzaba, que se perdía por caminos extraños, que su ciudad se le había convertido en un laberinto y que no estaría a tiempo en la estación, que ella tendría que subir sola al tren y no la vería nunca más. El traqueteo del vagón le rescató de su terrible pesadilla. Se frotó los ojos con el puño y amagó un suspiro. En el asiento contiguo languidecía un periódico gratuito desmembrado al que le faltaba la primera página. Cuando lo cogió para ojearlo, ella se despertó.
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