jueves, 2 de agosto de 2012

Arcaísmos

A veces vuelvo a leer antiguos relatos míos, entre otras cosas para averiguar cómo se han enfrentado al paso del tiempo, o simplemente para entretenerme. El resultado de este repaso es dispar: algunos me siguen pareciendo atractivos, mientras que a otros me da la impresión de que le han salido michelines. Se me dibuja una sonrisa pudorosa al pensar, con una ingenua petulancia, si los encontrarían aceptables un lector futuro que se sumergiera en ellos.

Del mismo modo, me pregunto si simplemente entenderían muchas cosas de las que hablo en ellos. En mis cuentos he llegado a escribir sobre etarras que asesinaban policías nacionales, el chapapote del Prestige, contestadores automáticos, la EGB y el COU, el tripartito catalán, los tebeos de Mortadelo y Filemón. En lo que más he notado la fregona del tiempo es en el ámbito de las comunicaciones: la gente no tenía móviles y usaba su dedo y hacía girar un disco repetidas veces para hacer una llamada. Incluso haber empleado los términos "teléfono fijo" hubiera sido un pleonasmo.

Ahora, me pregunto, no tengo ni idea sobre cuál de las dos palabras, "pesetas" o "euros", dentro de algunos años se considerarán anacrónicas.

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